La perversa agenda 2030 y los planes mundialistas que nos amenazan
La perversa agenda 2030 y
los planes mundialistas que nos amenazan
El transhumanismo es sólo un medio
para implantar el Nuevo Orden Mundial,
en la cabeza, dirigiéndolo todo,
está la Sinagoga de Satanás.
Javier Navascues Perez 30/01/2021
Entrevista de Javier Navascués a Antonio Peña (publicada en el correodeespana.com) es
doctor en Historia por la Universidad Autónoma de Barcelona y lleva
años estudiando en profundidad todo lo concerniente a las agendas 2030 y
2045, temas de los que ha impartido varias conferencias y que ponen los
pelos de punta al conocer los planes que, en su opinión, los poderes mundialistas
tienen diseñados para someter a la humanidad e implantar un siniestro nuevo
orden mundial que nada tendrá que ver con la realidad que hemos conocido hasta
ahora.
¿Qué son realmente las agendas 2030 y
2045?
Las Agendas 2030 y Avatar 2045 son proyectos que pretenden transformar a
gran escala la naturaleza y la humanidad, fusionándolas. La transformación de
la humanidad es política, económica, social, cultural, religiosa e incluso
física llevada a nivel genómico, lo que hace del transhumanismo el eje de la
Agenda.
¿Cuáles son sus orígenes?
Hay que distinguir entre el plano intelectual o ideológico y el de acción y
gestión. En ámbito de la acción y gestión me centraré en los orígenes más
próximos: la reorganización del mundo tras la segunda guerra mundial.
La guerra fría no fue más que la disputa entre los Estados Unidos (USA) y la Unión Soviética (URSS) por dirigir el mundo lo que llevaba adjunto controlarlo directa e indirectamente, de tal manera que se formasen círculos en diverso grado de sumisión. Cada uno de estos dos contendientes tenía un modelo de organizar el sometimiento y gobernación del mundo.
En la década de 1980 esta dualidad entre USA-URSS se rompe. Primero, porque
entra China en el “juego” y, después, porque la balanza se inclina a favor de
la primera por el hundimiento de la URSS, lo que sorprende a China en pleno
proceso de reformas económicas. El modelo USA parecía triunfar e imponerse. Los
partidos y organizaciones socialistas tuvieron que adaptarse a la nueva
situación. La respuesta del cosmos socialista fue denunciar que ese modelo
triunfante no era la panacea de paz, desarrollo y bienestar del mundo.
Sostenían que los problemas continuaban y se incrementaban: ricos y pobres, las
guerras, la contaminación… Por lo tanto el mundo debía ir a una confluencia.
Uno de los primeros que lanzó públicamente la idea de confluencia fue
Gorbachov con su “casa común”. La década de 1990 no fue más que un tiempo de
“impasse” en el cual estas tres potencias se estaban poniendo de acuerdo sobre
cómo gobernar y administrar el mundo en el nuevo siglo. Y este fue el acuerdo:
tender hacia un mismo sistema económico, un mismo sistema político, un mismo
sistema social y cultural, una única religión mundial.
¿Y en el plano intelectual o ideológico?
Gran parte del pensamiento originario lo podemos encontrar en las órbitas
de la Escuela de Frankfurt. De aquí surge la Teoría Critica. Es decir, el
conflicto debe continuar bajo nuevas formas (ricos-pobres, padres-hijos,
hombres-mujeres…) como medio de construir un único sistema mundial.
Desde el campo liberal y partiendo de las ideas de la escuela de Chicago y
el centro de pensamiento del Instituto Tecnológico de Massachussetts, se dio
forma al Consenso de Washington para establecer un conjunto de “formulas”
comunes que llevasen a equiparar a todas las naciones-estados y que las encaminase
por la misma senda de construcción de un único sistema mundial mediante dos
ejecuciones de métodos de disolución de las naciones y fusión de los Estados.
¿Cómo se fue expresando este pacto o
consenso?
En aquellas décadas de 1980 y 1990 los estados de democracia liberal eran
los que más auspiciaban el globalismo vendiéndolo como difusión de la libertad,
la democracia y el libre mercado. Pero fíjese en quiénes acogieron y aplicaron
el Consenso de Washington hasta entrado el nuevo siglo, las organizaciones
mundiales más intervencionistas: el Fondo Monetario Internacional, el Banco
Mundial o la Organización Mundial del Comercio. Por su parte las potencias más
destacadas marcaban la agenda de aplicación en las Cumbres del G7/G8 o en el
Club Bilderberg, mientras que la ONU –con sus organizaciones- se convertía en
el brazo gerente que expedía las ordenes que los gobiernos tenían que aplicar a
nivel regional y local. Por su parte, los partidos de derecha defendían estas
reuniones de organismos internacionales y magnates.
En la otra orilla, en contra -aparentemente- del globalismo, se situaba
toda la izquierda socialista, comunista y anarquista que movilizaban a sus
hordas cada vez que en alguna ciudad tenían lugar las reuniones de estos
organismos internacionales. Además, desde la orilla izquierdista se
constituyeron organizaciones y foros internacionales paralelos a los citados
OMC, BM, FMI… por ejemplo: Foro Sao Paulo, Foro Económico Mundial (Foro Davos),
Grupo Puebla, Foro Social Mundial, América Business Forum…
Los años finales del siglo XX y primeros del siglo XXI fueron el período
del resurgir de Rusia al tiempo que China finalizó sus reformas económicas. De
nuevo los tres grandes estaban en escena, luego era necesario ir a un nuevo
pacto internacional. Estamos en 2001-2008.
Era necesario cancelar el Consenso de Washington y levantar un nuevo acuerdo internacional. Las élites tiránicas que estaban –y están- detrás de este entramado, no podían hacerlo por las bravas. Debían fabricar una situación que justificase el cambio. Un “terremoto”. Y qué casualidad, entre 2006 y 2008 se incuba la crisis que estalla ese mismo año y se extendería hasta entrada la segunda década del siglo XXI. Y qué casualidad el 15 de noviembre de 2008 el G20 se reunió en Washington.
¿En qué consistió el nuevo pacto?
El nuevo acuerdo consistió en que: por un lado, China consolidaría su
capitalismo de Estado (modelo de mercado donde el Estado desempeña un papel
predominante -directamente o mediante- empresas públicas y privadas) y se le
permitiría una acción preponderante en los mercados internacionales.
Por otro lado, los estados de economía y democracia liberal introducirían
las modificaciones necesarias para acercar sus economías hacia el capitalismo
de Estado. Al mismo tiempo alterarían sus sistemas políticos para ir
debilitando (primero) y restringiendo (seguidamente) las libertades clásicas,
tanto las políticas como las personales. El objetivo es que los sistemas
mundiales tiendan a la confluencia y se parezcan cada vez más al régimen
político chino. Para que esta reforma fuese aceptada por los estados y pueblos
occidentales se debía reiterar que la culpa de la crisis iniciada en 2008 era
de las políticas liberales llevadas hasta ese momento por los estados
occidentales. El resultado fue la proliferación de gobiernos de izquierdas como
manos ejecutoras de las reformas.
Esto es, en resumen, confluencia económica y política con China como
espejo. Y este es el punto en el que estamos. No es de extrañar que, ahora,
tanto las derechas como las izquierdas políticas y sociológicas defiendan el
globalismo.
¿Pero usted plantea que la transformación
es mucho mayor y más profunda que una conjunción mundial en un único sistema
político y económico?
Sí. La transformación no es ya sólo global, es Total: incluye no sólo los
sistemas económicos y políticos y culturales sino también los religiosos, y la
naturaleza y al propio ser humano.
Aquí entra la acción cultural desde las escuelas y los medios de
comunicación. Por ejemplo la difusión del postecologismo, que propone que todo
debe ser integrado en una conciencia global, Pachamama. Ya ha entrando en las
conciencias occidentales que el ser humano es una simple pieza de este
entramado Pachamama. Y para hacer efectiva la integración del ser humano en la
Totalidad es necesario transformar al ser humano, hacerlo “evolucionar”.
Aquí entran los biólogos y genetistas diciendo que es necesario introducir cambios genéticos que mejoren la especie humana. Cambio que sean irreversibles y se transmitan a las siguientes generaciones. Es decir, el surgimiento de una nueva especie resultante de una evolución diseñada y controlada.
¿En qué consiste esta transformación del
ser humano y cuál es el objetivo último?
Consiste en transformar a gran escala la humanidad y la naturaleza
fusionándolas, tomando como eje la tecnología NBIC (fusión de la ingeniería
genética, la nanotecnología y cognotecnología). Es a esto a lo que se llama
“convergencia tecnológica”: unir las tecnologías de la información y
comunicación con la inteligencia artificial, con las tecnologías cognitivas y
de transferencia mental, con la nanotecnología, con la biotecnología e la
ingeniería genética y la farmacología.
Esto supone la destrucción del ser humano
y la fabricación de un nuevo ser que ya no es humano.
Efectivamente, es transhumanismo o más propiamente posthumanismo y sus
símbolos los estamos viendo cada vez más a menudoen muchas compañías y
proyectos de todo tipo: el H+ (el transhumano), el HH++ y el H∞ del
poshumanismo.
¿Y técnicamente es posible?
La técnica utilizada es la CRISPR, mediante la cual se puede modificar,
eliminar, cortar o replicar ADN. De hecho esto se consiguió en la década de
1990. El resultado fueron los seres modificados genéticamente. Se les llamaba
transgénicos. Y se puede hacer lo mismo con óvulos, espermatozoides e incluso
embriones.
Desde el Instituto Tecnológico de Masachusets Eric Drexler -uno de los
ideólogos del transhumanismo- desarrolló nano ensambladores moleculares que
podían unirse a la molécula de ARN, el resultado fue el ARN mensajero, ¿le
suena?
Me suena a la llamada vacuna covid, que es
de ARNm.
Efectivamente. Y actualmente la nanotecnología molecular permite utilizar
ensambladores sintéticos, nanosensores sintéticos que se autorepliquen como en
un enjambre.
¿La función de estos ensambladores
sintéticos se limita a dar ordenes transformando al ser humano a nivel genético
o hay algo más?
No sólo pueden dar ordenes, también recibir información y dar nuevas
ordenes. Incluso se les podría enviar un virus. Esto se puede hacer con las
tecnologías RFID (Radio Frequency Identification) y NFC (Near Field
Communication).
Estos nanosensores pueden ser sencillos implantes que integran toda la
información genética y personal del individuo y puedan dar ordenes a nivel
molecular. Mediante el implante se puede interactuar con todo tipo de
dispositivos.
Algunas de las empresas que están implicadas en esta “convergencia
tecnológica” son: Google que está llevando a cabo el proyecto Cálicopara
desarrollar químicos (fármacos) o mecanismos nanotécnicos que inyectados actúen
como mensajeros. Vamos inyectables de ARN-mensajero. De hecho, como muy bien dice
usted, la llamada vacuna COVID es un inyectable de ARN-mensajero.
Incluso hay compañías que trabajan en el desarrollo de cromosomas
artificiales injertados en la célula. Aquí destaca el Future of Humanity
Institute de Nick Bostrom, otro de los ideólogos del transhumanismo.
Otra de las principales compañías que están trabajando en este mundillo es
el Battelle Memorial Institute, que invierte en diversas áreas conectadas como
ecología y medioambiente (trasnformación del clima, vamos los famosos
chemtrails), las energías renovables e investigan en nanotecnología genómica y
biología cibernética así como en biodefensa y enfermedades infecciosas (como el
llamado COVID).
El implante -desarrollado por empresas como Biohax o DSruptive- es una
cápsula hecha de borosilicato, de 16 mm de largo y 2 mm de ancho. Incluso TMB
(Transportes Metropolitanos de Barcelona) está considerando esta tecnología
para implantar la T-Mobilidad.
También ya está disponible el interfaz neuronal cerebro-ordenador: las
ondas neuronales son procesadas e interpretadas por el ordenador. Es decir, se
puede decodificar el pensamiento y almacenarlo en un ordenador. Algunas de las
empresas punteras en estos implantes son Neuralink y NeuroLife o la antes
citada Battelle.
Google con Facebook (Mark Zuckerberg, transhumanista) y Paypal (Elon Musk,
transhumanista) son los principales inversores de Vicarious, una compañía que
se centra en el desarrollo de nanosensores aplicados al cortex cerebral,
Las compañías que se dedican a estos desarrollos también plantean crear una
“nube útil” -lo llaman- de nanosensores en los individuos. Estos nanosensores
podrían conectarse a una red y, por medio de comandos software, transmitir
instrucciones mediante ondas, ¿transmitidas por antenas 5G? Es una casualidad
que nos encierren a todos, nos quieran poner un inyectable de ARN-mensajero y
que entre tanto florezcan antenas G5 como flores en el mes de mayo. Y digo yo
que las casualidades no existen.
¿Podríamos llegar a estar todos conectados
formando un único organismo?
Esta es la intención. Un gran cerebro cuántico dirigiría todo el operativo
tanto individualmente como de cualquier grupo social, incluso la naturaleza.
Este ordenador global integraría y controlaría el ecosistema o Pachamama-
natural y artificial en el que nos desenvolveríamos. Nosotros sólo seremos una
pieza al servicio de la Pachamama.
De hecho ya existe algo de esta red de superordenadores. Por ejemplo Watson
Health de IBM ya tiene en funcionamiento superordenadores como Sumit y Sierra
que, curiosamente, dicen que están implicados en la investigación COVID.
Asimismo tenemos a Fujitsucon su superordenador Fugaku, a Lenovo con
Marenostrum, Dell con HPC5 y a los chinos con Tianhe-2.
Si consiguiesen implantar a la mayoría de la población y montar esta red de
superordenadores estaríamos ante la globalización y control total…
¿A caso no estamos recorriendo este camino de globalización y control
total? Y la mayoría de la gente lo está aceptando sin rechistar. Aceptan que
les quiten sus derechos y libertades más básicas y no protestan. Y se nos dice
a la cara que ya siempre vamos a tener que convivir así y todo porque hay un
“bicho”. Es decir, no vamos a recuperar nunca nuestros derechos y libertades. Y
esto es a nivel mundial.
¿La gente se dejará implantar el chip?
Hay una cosa que la gente teme por encima de cualquier otra (ya sea guerra,
hambre…), es la enfermedad que es sinónimo de muerte. La enfermedad, la muerte,
causa terror.
Si te dicen que hay una epidemia incontrolable que mata a millones de
personas y que nadie está a salvo, ¿qué harías por tener protección, seguridad
y salvarte?
Si te dicen que para conseguir protección, seguridad y salvarte te han de
restringir tus libertades más básicas (reunión, asociación, circulación,
expresión, publicación, información…), ¿aceptarías?
Si te dicen que con una vacuna o un implante vas a conseguir protección,
seguridad y salvarte, ¿cuántos saldrían corriendo a vacunarse o a implantarse?
¿Y si hablamos de una enfermedad?, por ejemplo de un supuesto virus,
supuestamente fabricado en un laboratorio asiático y –de alguna forma-
“soltado” y “esparcido”.
¿Y si ante ese supuesto bicho saliesen las farmacéuticas a plantear una
vacuna de ARN-m?
¿Y si al mismo tiempo los gobiernos machacasen a la población (con todos
los medios de comunicación) sobre lo bueno que es ese inyectable de ARN-m?
¿La gente accedería a inyectarse y/o implantarse?
Qué casualidades. Y digo yo que las casualidades no existen.
Pero siempre habrá quien se niegue a ser
vacunado o implantado…
Y si te dicen que si no estás vacunado o implantado no puedes viajar,
comprar, vender, comerciar, trabajar, poner gasolina, utilizar el transporte
público, llevar a tus hijos al colegio, tener una cuenta corriente, un seguro,
una hipoteca…
De hecho ya están diciendo que van a hacer cartillas COVID y solo los que
tengan su cartilla al día podrán tener ciertos privilegios, por ejemplo viajar.
También se ha planteado hacer listados de gente no vacunada. Porque, a ver si
nos enteramos, lo que hasta hace apenas dos años eran derechos y libertades
ahora son privilegios de los cuales la elite política y económica dispone a
discreción.
Si tu quieres tener privilegios similares debes someterte, vacunarte, implantarte
el chip… vamos, ser buen ciudadano. Tener puntos, como en China. Es decir, no
criticar al gobierno ni sus planes ni oponerte por cualquier medio, sino
someterte. Los que no actúen así serán considerados malos ciudadanos,
vigilados, seguidos, monitorizados, espiados por las agencias gubernativas
(como lo está sufriendo este medio y sus articulistas y colaboradores). Ese
“mal ciudadano” será vigilado y perseguido incluso por sus vecinos y familiares
(cosa que ya está sucediendo). Estos resistentes van a ser considerados un
cáncer para la democracia, para la seguridad y la salud del “rebaño” por lo que
serán detenidos, recluidos en centros de aislamiento y, finalmente, -por qué
no- desaparecidos.
A pesar de todo somos muchos millones de
personas en el planeta para que esta élite pueda llegar a controlar a todos…
Por eso es necesario reducir la población mundial. Llevamos muchas décadas
con la cantinela neomalthusiana de que somos muchos y que hay que reducir la
población. Aquí entran los ideólogos eugenésicos. Y se comienza eliminando a
las personas consideradas imperfectas y a las no queridas, y aquellos que no
quieren vivir: (eutanasia, eugenesia, aborto, deficientes mentales, síndromes
de Down…) y se continúa favoreciendo la eliminación de pobres, negros, indúes,
hispanos, asiáticos… Ahí tenemos a organizaciones –incluso con representantes
en la ONU- como Planned Parennhood o Population Research Institut.
Y qué decir de los planes de vacunación de la OMS. Por ilustrar brevemente
la cuestión: la vacuna contra el tétanos de la década de 1990 y 2000 aplicada
en países africanos (como Kenia), América del Sur, India, llevaron a la
esterilización millones de personas porque la vacuna generaba una respuesta
inmune que atacaba a la ganotropina (hormonas responsables de la ovulación y
necesarias para la concepción y desarrollo del embarazo).
Es decir que en el año 2030 se daría el
cumplimiento de todo este Nuevo Orden Mundial…
Los filósofos transhumanistas consideran que el sujeto moderno no es
sostenible por más tiempo, está exterminando el planeta. Dicen que esto puede
suceder sobre 2030. Para esta fecha se llegaría a una “singularidad” por la
cual se producirá a una situación en la que los avances tecnológicos serán más
rápidos que la capacidad de adaptación de la sociedad y hará inevitable la
reconstrucción –volver a construir- al ser humano y a la sociedad. Es decir,
sería una “ventana de overton”. Aquí tenemos la Agenda 2030 y Avatar 2045.
De hecho ya en la década de 1980 Fereidoun M. Esfandiary -autor del
manifiesto transhumanista- tomó el nombre de FM-2030, como fecha en la que
deberían alcanzarse los objetivos transhumanistas. Qué casualidad que cuarenta
años después del manifiesto de Fereidoun las elites globalistas formalicen una
agenda que se llame precisamente 2030. Y digo yo que las casualidades no
existen.
Para 2045 el Nuevo Orden Mundial estaría completado: un mundo donde una
pequeña élite goza de todo tipo de bienes físicos y materiales. Élite que vive
a costa de una reducida población que es mantenida permanentemente en el umbral
de la pobreza. Población que es sostenida con una “paguita” estatal. Población
controlada y monitorizada permanentemente y con implantes mediante los cuales
reciben información y ordenes. Población con cambios genéticos producidos por
inyectables ARN-m que les reducen la capacidad de protesta y agitación. Y si
aún con todo quieres resistir, ten en cuenta que perderás la paguita, tu
familia se morirá de hambre y desaparecerás.
Vamos, el final del camino es hacer realidad el Mundo Feliz de Huxley que,
por cierto, era promotor del transhumanismo.
¿Quién está detrás de todo esto? ¿Por qué
no puede ser que un pequeño grupo de transhumanistas esté detrás del Nuevo
Orden Mundial?
Efectivamente. El transhumanismo es sólo un medio –ente otros- para
implantar el Nuevo Orden Mundial. Le soy claro y directo. En mi opinión, en la
cabeza, dirigiéndolo todo, está la Sinagoga de Satanás. Un grupo muy reducido
de personas que son satanistas. Para explicar esto es necesario utilizar la
teología.
Dios creó al ser humano y desde el “minuto uno” Satanás hizo la guerra a
Dios a través del ser humano. Siempre ha pretendido destruir al ser humano. La
caída en pecado de Adán y Eva fue una forma de deteriorar esta creación de
Dios. Pero Satanás no se conforma con esto. Él es el mono de Dios, el imitador
que no puede crear nada. Luego sólo puede utilizar las cosas y seres de la
Creación para transformarlas a su imagen y semejanza. Esto es lo que está
detrás de los cambios genéticos que se pretenden realizar en el ser humano
utilizando la tecnología transgénica que hemos descrito. De hecho el
posthumanismo es el constructo de una nueva especie no humana y, por lo tanto,
desviada de la Creación de Dios.
Esquematizando el asunto podríamos decir que debajo de la Sinagoga de
Satanás se combinan dos niveles. En mi opinión, una élite –tanto oculta como
visible- de secta discreta (osea, secreta) compuesta de ciertas familias,
ciertos intrigantes magnates y autodenominados filántropos que ocupan los más
altos grados y que son los interventores que llevan las ordenes de la Sinagoga
a nivel regional y local. En este último nivel tendríamos a los gobiernos,
financieros, organizaciones económicas y políticas que ejecutan -a nivel
regional y local- las ordenes recibidas pero no a capricho y voluntad sino
coordinadamente. Para ello se reúnen unas veces secreta o discretamente y otras
abiertamente en clubs, grupos y círculos de trabajo.
Así es, y el ejemplo lo estamos viendo con
la Plandemia, cómo se aplican coordinadamente las mismas medidas en todas
partes del mundo. Por lo tanto el alcance es mundial ¿Habrá resistencia? ¿Cómo
podemos resistir a todo esto?
Actualmente hay núcleos de resistencia que utilizan los resortes que la ley
todavía contempla para sortear el totalitarismo que estamos empezando a vivir.
También hay personas que individualmente, en su día a día, hacen pequeños
gestos de protesta: llevar una simple camiseta con rótulo contra la Plandemia,
conversar con los compañeros de trabajo, hablar con el dependiente de una
tienda, montar un canal en redes sociales para opinión e información…
Asimismo hay grupos “por la verdad” que utilizan medios de comunicación
alternativos para informar a la población.
A todo esto hay que añadir manifestaciones pacíficas –pero pequeñas- en
algunos países como España o Italia. Mientras que en el norte de Europa -como
los Países Bajos (Rotterdam, Amsterdam, Den Bosch, Geleen)- las manifestaciones
llegan a ser violentas pero son pequeñas y controlables.
Todos estos núcleos de resistencia, vistos a nivel general, no son más que
pequeñas piedras en el zapato globalista. No tengamos la menor duda que si hay
más resistencia de la esperada o la velocidad de desarrollo del Plan no es el
adecuado, la élite del NOM podría considerar necesario soltar o provocar una
hecatombe. Esto llevaría a la necesidad de que surja un pequeño núcleo
colectivo de decisión mundial que releve a la ONU. Pero bien pudiera ser
unipersonal, manteniendo a la ONU. Sea colectivo o unipersonal la
característica esencial es que tendrá la suficiente autoritas y potestas como
para imponer sus decisiones en cualquier lugar del mundo. Es más, ante esa
terrible hecatombe las gentes suplicarán y estarán dispuestas a someterse a
cualquier costo, a ser reducidas a servidumbre a cambio de paz, seguridad y
salud.
Por lo tanto la resistencia va a ser muy difícil, de hecho ya lo está
siendo. En la fase en la que estamos podemos resistirnos a las medidas
impuestas en el grado que nos sea posible, como el ante dicho: escurriéndonos
por los “resquicios” de las leyes sin entrar en el delito, hacer pequeños
gestos de protesta, adherirnos a grupos “por la verdad”, participar en las
manifestaciones pacíficas que estos grupos convocan…
La última opción es emigrar. Podemos emigrar a algún sitio donde todavía no
se hayan puesto en marcha las medidas coercitivas que aquí sufrimos, y más
duras que vamos a sufrir. Pero esto es difícil y llegará a ser casi imposible.
De hecho sea en avión o barco, tren o autocar, ya algunas compañías están
anunciando que quien no cumpla con determinadas condiciones no puede ni podrá
viajar. Podemos escoger el trasporte privado pero si estamos en situación de
encierro domiciliario, local o regional -tal como lo estamos sufriendo- salir a
la carretera es un delito. Quien se arriesgue en la carretera no sólo cometerá
delito, es que topará con controles policiales que pudieran llegar a ser
incluso militares. Indudablemente debo decir claro que no recomiendo a nadie
cometer delito.
Por último, junto a todo esto, y para los cristianos; tenemos la oración
que no puede faltar jamás, menos en estos momentos y en los que van a venir.
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